Por definición, la comunicación es el acto consciente de intercambiar información entre dos o más sujetos. Hasta aquí, todo en orden. Comunicamos con las palabras, incluso aunque las escribamos o las pronunciemos mal. Comunicamos con los silencios, con los gestos, con las miradas. Todo comunica, incluso la falta de comunicación.
Se habla mucho de las características de la comunicación corporativa, por ejemplo, diseñada para adornar las virtudes de las empresas; o de la comunicación política, ajustada a la medida para llegar a esa caja mental donde todos y todas guardamos nuestra ideología y nuestros valores. Conocemos las reglas para construir una comunicación periodística adecuada, con sus pirámides invertidas y sus cinco uves dobles; y somos capaces de identificar el olor de nuestra tienda de ropa favorita gracias a (o por culpa de) la comunicación olfativa.
Sin embargo, existe un ámbito donde la comunicación es crucial, necesaria, y al que no se le presta ni la cuarta parte de atención (ni de recursos, por supuesto). Hablamos de la comunicación social, el canal que las ONG, los emprendedores sociales y los colectivos más desfavorecidos tienen para llegar a la sociedad y exponerle la urgencia de sus necesidades. A estas alturas, ya conocemos la importancia del storytelling a la hora de contar un proyecto, por ejemplo, o la enorme importancia que tiene la etimología a la hora de emplear los adjetivos adecuados en cuestiones de discapacidad o sinhogarismo, entre otros muchos. Pero ¿sabríamos lo que realmente es efectivo a la hora de estructurar una pieza audiovisual que sirva para rendir cuentas a un donante? ¿Son iguales las herramientas de una entidad social para resolver una crisis reputacional que las de, pongamos por caso, una multinacional? ¿Podríamos explicar por qué una organización debería tener presencia en TikTok, pero no en Twitter? ¿Seríamos capaces de aplicar las soluciones que la Inteligencia Artificial pone al alcance de las necesidades de una asociación pequeña?
De todo esto trata este blog que hoy echa a andar; de recopilar herramientas, iniciativas y estrategias de comunicación novedosas y, sobre todo, útiles para llegar a la sociedad con los proyectos, misión, visión y valores de las ONG que trabajan para cambiar el mundo, ya sea que lo hagan con presencia en los cinco continentes o desde un barrio pequeño de cualquier capital de provincia.
Porque todo comunica. Incluso la falta de comunicación.